Mi primera India (1): Ramiro Calle dice

Ramiro Calle afirma que, del mismo modo que sería impensable que una madre cambiase a su hijo por otro porque es más guapo o más listo, nos lo habría de parecer también que una persona cambiase de pareja por razones similares.

Ramiro Calle ha estado ciento veinte veces en la India. Yo voy por primera vez.

El avión hace escala en Roma. El vuelo transcurre con total tranquilidad, pero me llama la atención que durante el trayecto mantengan bajadas las persianas. Esto se hace habitualmente para simular la noche y adecuar los ciclos circadianos al país de destino. Sin embargo, a Delhi llegaremos sobre la una de la mañana —hora local—, por lo que no le encuentro sentido a que nos inviten a dormir durante las horas diurnas. Según María es para mantenernos tranquilos y callados.

En el aeropuerto nos recibe el hijo del dueño de la empresa de transporte en la que hemos contratado un conductor, quien ya nos espera en su vehículo.

En los aparcamientos del aeropuerto nos cruzamos con varios perros abandonados y con algunos mosquitos. Hemos venido cargados con grandes provisiones de repelente de insectos.

Como sucediera en El Cairo, las carreteras y el paisaje anuncian una India bastante menos tercermundista de lo esperado.

El hotel, pese a sus cinco estrellas, presenta algunas cutreces —concretamente en el cuarto de baño— tan fáciles de solventar que uno se pregunta por qué no las resuelven cuando, con una ínfima inversión de tiempo y de dinero, podría conseguirse una mejora notable.

2023-04-17

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