Lectio Divina

Podía ser peor: al menos mi vocación no cuesta dinero. Montar un santuario de animales, como ha hecho Frank de la Jungla, supone varios millones de euros, amén del gasto de mantenimiento. Sin ser tan costosas, pasiones como esquiar o jugar al golf se llevan varios miles de euros al año.

Escribir apenas aporta unas testimoniales monedas a mi cuenta corriente; pero al menos no las sustrae.

Para algunas personas es difícil entender que alguien pueda consagrar tantas horas de su vida a una actividad cuyo rendimiento económico es prácticamente inapreciable. Si yo fuera rico también escribiría. No hago esto por dinero.

La Lectio Divina es una actividad monacal consistente en la lectura de un pasaje de las Escrituras y posterior reflexión sobre el mismo. Su duración suele ser de una hora.

Si quiero sacar adelante mi carrera de escritor, es decir, si quiero ejercer la labor que me ha sido encomendada en esta vida, aquella para la que he nacido, no puedo continuar siendo autocondescendiente, no puedo ampararme un solo día más en el hecho de que estoy muy ocupado con mi trabajo, con el máster —aún no ha comenzado el curso pero estoy leyendo bibliografía para el TFM—, con la página web que me he comprometido a hacer y/o con las labores domésticas de rigor. Debo incorporar con asiduidad impenitente esta suerte de Lectio Divina que son mis ratos diarios de escritura. Págate a ti mismo primero, dice Robert Kiyosaki. Y ese concepto también es aplicable a esto.

2023-08-22

Si te interesa mi vida y/o mi obra, escríbeme a diciéndome simplemente: Hola y te añadiré a mi lista de amigos.