Crónicas coronavíricas (6): El dulce sabor de la desobediencia civil

Me he saltado varias veces el estado de alarma: he salido a la calle a horas indebidas y he quedado con personas cuando no estaba permitido hacerlo. Voy a continuar haciéndolo. Me siento orgulloso de ello.
Tú puedes venir a llorarme alegando que si la solidaridad tal, que si
la sociedad cuál. Pero yo te contestaré que estamos en esta situación
porque un partido político votó sí
a la prórroga del estado de
alarma. ¿Lo que está mal y lo que está bien dependen de lo que un
partido político vote? No, ¿verdad? Pues eso. Para cualquier otra
consulta, puedes ponerte en contacto con Deseret Tavares,
clarividente colombiana.
Alzo mi taza de golden milk. Salud.
Una de las urracas —o, tal vez, las dos, por turnos— se acerca varias
veces al día a comer del comedero que les he colocado sobre la
baranda del balcón. Lo fabriqué recortando un tubo de Pringles sabor
Hot & Spicy
. Lo fijé con alambre.
El comedero lo llené con avena, pues había leído que constituye el veinte por ciento de la dieta de estos pájaros. Eventualmente les pongo también nueces peladas, pistachos y uvas, que he comprobado que les encantan. También he probado con gajos de mandarina y con trozos de plátano. Pero esas frutas no les gustan.
Después de completar el curso de Scrum, me preparé el examen de certificación Professional Scrum Master I, de Scrum.org. Para ello, me leí la guía oficial de Scrum, el libro Scrum: a smart travel companion. A pocket guide, de Gunther Verheyen —prescindible—, hice el Open Assessment, y practiqué con muchos otros test. Me examiné el domingo por la mañana, a eso de la una de la tarde, y aprobé.
He empezado a leer Tokio, año cero, de David Peace.
Día sesenta desde que se decretó el estado de alarma.
Doscientos setenta y un mil noventa y cinco casos confirmados en España. Veintisiete mil ciento cuatro decesos.
2020-05-13
Si te interesa mi vida y/o mi obra, escríbeme a
rafael@sarmentero.com diciéndome simplemente: Hola
y te añadiré a mi lista de amigos.