Budapest, Bratislava, Viena (2): Bratislava

A Bratislava llego en tren tras no pocas dificultades con la adquisición del billete. Termino pagando vía TPV en el propio vagón y he de hacerlo en dos ocasiones que se corresponden con sendos tramos.
Lo primero que me encuentro nada más salir de la estación es una máquina expendedora de quesos de oveja. Viajo para hallar el desconcierto.
Brastilava, pueblo de veraneo en invierno, circular, frugal y medio autista.
Castillo de Hrad en lontananza, plazas con iglesias e iglesias con plazas. Turísticas estatuas de metal con igualmente sólida paciencia a prueba de selfies.
Desde el UFO, un mirador cuya geometría ya anticipa su nombre, se aprecia una panorámica de la ciudad de trescientos sesenta grados. Castillo y tejados a un lado del río; bosque y fábricas al otro.
Ninguna ciudad europea sin su callejón toldado de paraguas. La globalización es el fenómeno absurdo de la moda trasladado de personas a países. Descollar pasa de ser virtud a ser defecto; todo el mundo termina siendo como todo el mundo y subirse a un avión y recorrer miles de kilómetros acaba por no ser muy diferente de tomar el ciento cincuenta y seis —¿todavía existe?— y bajarse en San Sebastián de los Reyes.
2023-08-29
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